LA LOCA GUERRA ENTRE ESPARTA Y PERSIA
Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
Colombiano
La programación alternativa de FX me dio el placer de ver en vivo y en directo el fondo y la verdad de la guerra. Me trasladó a ver de cuerpo entero a Xerjes y a Leónidas y a su jauría en las selvas de Termópilas. Parecían los actores transitorios de un reality que ejecutaban con patetismo las acciones que hoy vemos en Irán o Afganistán.
Nos han acostumbrado tanto los profesores a repetir los textos de historia y a pintarnos de heroísmo y amor por su patria a generales y soldados con sus uniformes camuflados, sus quepis y escudos, sus helicópteros y órdenes de mando, que ya la emoción sagrada queda en un segundo plano.
La guerra ya ha llegado a ser una parodia grotesca y burlona. Sus héroes y heridos, sus muertos y hazañas son de papelón y fachada para sostener el juego y para ganarse un sueldo y una felicitación.
Leónidas - o Leo a secas – ya no es un paladín de honor y Xerjes no es el oponente digno. Ni siquiera son caricaturas de karatecas o tigres pintados en un cuadrilátero. Son unos bufones que compiten por representar en la escena, como cualquier reina de barrio, su corte de fans y su corto ejército de pacotilla que vale el presupuesto de media nación.
Cada facción tiene su lenguaje. Sus armas y su maquillaje, sus estratagemas, su bandera y su aparato para fiesta. Antes de salir a tablas se afeitan, se miran al espejo, acomodan sus charreteras, brillan sus zapatos y ensayan su voz y sus gestos. Consultan a su damisela que les pinta las cejas, si están a punto para el enfrentamiento con el otro ejército. Porque no está bien que los vayan a ver bajos de tono o con las pestañas cortas. No vaya a ser que entre tanto visaje pierdan sus botas o sufran una caída de espaldas. No estaría bien que así lo registren las cámaras y se dañe la promoción de su primer acto. ¿Quién les volvería a creer?
Tendrán que tener una silla dorada, manillas de oro, brazaletes gordos y sus cachetes rojos de tanto color. Pisarán más fuerte que un tanque de guerra y hablarán solemnes como si se tratara de una ceremonia de grado. Detrás de ellos estará el estandarte del batallón formado y no faltará el soldado sorpresa que traduzca en dos o tres idiomas. Cada soldado tendrá su blackberry, su espejo, su peineta y su caramañola de última moda. Nada podrá empañar el efecto ante el enemigo.
Y entretanto, ¿qué pensará el comandante Xerjes del ejército oculto? ¿También tendrá el apoyo de un país de Asia o tendrá estrategias de humo de ozono y se pintarán la cara para esconder su risa? ¿Su jefe saldrá de su cueva o permanecerá en el monte vecino, estudiando cómo mantener la expectativa y el raiting? ¿Tendrá cohetes y se moverá en tucanos con radar y metralla? ¿O tendrá como estrategia un tubo de ensayo o una explorer de gases? Danzará el son cubano o tocará la balalaika rusa? Usará el chacó afgano o la camisa nazi? Habrá que estar atentos porque la competencia es dura.
Pobre Leo y de malas el ingenuo Xerjes. Sus máximos jefes desde sus palacios los mueven como marionetas y gastan esta plata en vano. Otras cosas los tienen alerta. La guerra está en el mercado. ¿Quién cobrará los impuestos para el pago de sus sueldos y de todos sus lujos?
17-10-11 - 11.42 a.m.
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