CREPITACIONES 2013
Por
Lic. Javier Enrique Dorado Medina
Correo
electrónico: jaendor70@hotmail.com
Twitter:
@javiergolden_
El jueves santo 31 de marzo de
1983, hace ya 30 años, (¡cómo pasa de rápido su majestad el tiempo!), a las 8 y
13 minutos de la mañana, ocurrió en Popayán un terremoto que duró 18 segundos
largos, eternos y trágicos, el cual semidestruyó el centro histórico y colonial
de la llamada “Ciudad Blanca”, incluyendo algunos barrios aledaños, junto a
municipios vecinos y algunas regiones del norte del Cauca, entre ellas Mondomo.
El saldo lamentable de víctimas fatales fue de 287 personas, muchos heridos, y
por lógica, los daños materiales fueron muy cuantiosos.
Ante semejante arremetida
imprevista de la naturaleza y frente a la magnitud de la tragedia, al instante
se produjo un movimiento solidario único, de parte de los estamentos estatales,
encabezados en ese tiempo por el presidente Belisario Betancur, de la
gobernadora Amalia Grueso de Salazar y del alcalde de Popayán, Luis Guillermo
Salazar Salazar, de otros sociales y algunas ONG, para colaborar con la
resurrección de la ciudad colapsada, sumida en ese entonces en la tragedia y el
dolor, a la manera de una verídica semana santa de pasión y dolor
inconmensurables.
El renacer físico y material de
la ciudad ha sido admirable, durante las tres décadas transcurridas, hasta el
sol de hoy, pues como decía alguien por allí, “el terremoto se convirtió en
punto de inflexión de la ciudad”, pero con un agravante de tipo social que se
convirtió en una contradicción preocupante, pues a la par de la reconstrucción
citadina y ante las inmensas posibilidades otorgadas por los gobiernos y
entidades crediticias, aparecieron la zonas marginales y suburbanas, con gran
cantidad de pobladores que en verdad necesitaban las ayudas ofrecidas, pero con
otros que se aprovecharon de la bonanza y que hoy tienen a Popayán sumida en
una situación donde imperan la pobreza y el desempleo, el cual según el último
informe del Dane, colocan a Popayán en el segundo lugar del país, con un
preocupante 17,8% (siendo la primera Cúcuta, con 19%). De esta manera, se
configura dramáticamente un terremoto social, de impredecibles consecuencias.
Ahora bien, junto a la conmemoración
de los 30 años del terremoto, el pasado jueves santo 28 de marzo del presente
año, después de la medianoche, fue incendiada por personas inescrupulosas y
mentes “dementes”, con ánimos pendencieros y con ganas de atizar el eterno
problema social de la pertenencia de las tierras, entre los indígenas y los
campesinos del nororiente del Cauca, el templo doctrinero de San Andrés de
Pisimbalá, con 285 años de legado histórico, siendo una verdadera afrenta al
departamento del Cauca, a Colombia y al mundo, por ser considerada Patrimonio Cultural
de la Humanidad, por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación,
la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Ese incendio es una verdadera tragedia
cultural que nos hace quedar súper mal ante la faz del mundo. Esperamos su
pronta recuperación…
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