jueves, 4 de abril de 2013

Y al alcalde ¿quién lo ronda?


Desde Tunía, patrimonio cultural del Municipio de Piendamó, Phánor Terán

El alcalde de Morales, como ya lo expuse algunos días ha, tuvo a bien quejarse de que los contratos nacionales ya vienen contratados. La nación, como siempre, piensa por los demás, decide por los demás y juzga que los honorables están en el Palacio de Nariño. La mejor muestra de honorabilidad pues, siguen siendo los Nule. Eso que ni qué.

Y a propósito en el Plan de Desarrollo de Morales, al plantearse la situación cultural, se dice que ha habido mucha inversión en los pasados gobiernos locales en cuanto infraestructura cultural y que ya es hora de dedicar esfuerzos a la identidad, a la recuperación de valores y demás cantaletas veintijulieras y cantinflescas.

Aquello que se llama inversión en infraestructura cultural no es otra cosa que la inversión en los famosos salones comunales.

Yo distingo entre infraestructura cultural social e infraestructura cultural artística. Porque una cosa es un salón para reuniones con una especie de tarima en cemento, angosta, sin ningún implemento y sin ningún acondicionamiento para los digamos “actores” de tales espectáculos comunitarios, donde como en las iglesias no hay un orinal, ni un camerino para cambiarse, ni estantes para guardar la ropa, ni bodegas para ubicar implementos, ni un tablero, ni un botiquín de primeros auxilios.

Y la infraestructura cultural artística que exige al menos un tablado bien construido y espacioso para que puedan presentarse cómodamente al menos 12 parejas de danzantes, tramoya para ubicar las escenografía, las luces y demás necesidades, con suficiente espacio visual y no como el famoso salón del Instituto Técnico de Tunía, donde el ingeniero genial tuvo la osadía de meter una cercha en mitad del escenario a 3 metros de altura, telones que permitan crear una atmósfera agradable, a más de una buena acústica que no se hace levantando paredes de ladrillo a diestra y siniestra.

Lo que los alcaldes llaman INFRAESTRUCTURA CULTURAL ya sea la social o ya sea la artística es un contrato ya contratado que para nada consulta a la opinión artística y menos a la opinión técnica que preserve las buenas condiciones para la observación, contemplación y disfrute de los acontecimientos sociales y artísticos.

Así que es importante y necesario que el alcalde y los alcaldes observen la paja en el ojo nacional pero también importantísimo que observen la viga en el ojo propio. Los miserables, mediocres y cantinflescos Consejos municipales de cultura podrían ocuparse de ello, en cada localidad y ponerle dientes a la conciencia sobre el despilfarro que significa la potestad de los burgomaestres de disponer para sus chanfainas y demagogias lo que podría redundar en el bienestar cultural, artístico y colectivo.

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