lunes, 17 de octubre de 2011

SUROMBIA: “LA REPÚBLICA DEL SUR”

Marco Antonio Valencia

“República del Sur” llama el columnista Alejandro Gaviria en El Espectador (02/10/2011) a las poblaciones que existen de Cali para abajo, hacia el sur de Colombia. Y tiene razón. Acá es otro mundo. Uno donde campea la falta de liderazgo, la educación es una falacia, y el desarrollo empresarial brilla por su ausencia; y otro, donde se manifiestan todas las acciones de violencia que el hombre pueda imaginar, como una maldición que engendramos y reproducimos…

Los de la República del Sur vivimos como muchos de las comunidades africanas: azotados por el hambre, la pobreza y la miseria a pesar de las vastas y hermosas tierras que poseemos. Somos como los indios del Chiapas mexicano, olvidados por el Estado a pesar de nuestras riquezas naturales. Vivimos como en Kosovo, atormentados por bandos criminales que vigilan nuestras carreteras, ponen bombas y disparan sin preguntar. Y como los Palestinos, tenemos tierras pero no podemos ni cultivar porque no se sabe quiénes son los dueños: si los ricos, los indígenas o los traquetos. Estamos como en Camboya, con muchas fincas sembradas con minas antipersonas por la insurgencia. Vivimos como en Angola, que siendo un país rico en recursos naturales y mineros, no los puede explotar porque el conflicto armado no deja. Estamos como la gente de Cachemira en la India, con tierras ricas para la agricultura, pero sub-utilizadas por miedo a la violencia de grupos armados. Somos tan pobres y miserables como los haitianos, que teniendo un mar, no lo explotamos para nada. Estamos como en Venezuela, un país lleno de grupitos políticos inservibles que no representan más allá que los intereses de sectores advenedizos. Vivimos como en Bolivia, un país sembrado de montañas de coca. Vivimos peor que en Sinaloa de México, en el caos de la violencia mafiosa y sicarial. Somos ricos en oro, pero como en el Congo, su explotación es ilegal y por ello se mata la gente y se daña la naturaleza sin piedad. Vivimos como en Sudan, con miles y miles de desplazados perseguidos por la violencia arrumados en pueblos no preparados para ello. En las ciudades intermedias estamos arrodillados frente a pandillas urbanas como las sangrientas maras hondureñas. Acá se desparecen niños y mujeres todos los días como si se los tragara la mafia rusa o japonesa para el tráfico de personas. Acá vivimos con fallas geológicas tan agresivas como la de San Andrés en California y al Estado central no le importa para nada. Como en el Caribe, tenemos elefantes blancos como un tramo de la carretera Panamericana entre El Bordo y Pasto, que arreglan y desarreglan hace 40 años y nadie dice nada. Y hasta tenemos la sensación de vivir en uno de los países más corruptos según la prensa.

Frente a estos problemas el Estado tiene mucha retórica y militarización. Pero nada o poco de soluciones concretas. Necesitamos justicia social, educación para el liderazgo, soluciones a problemas de hambre y desempleo. Menos policía y más convivencia.

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Marco Antonio Valencia Calle

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