CARLOS
E. CAÑAR SARRIA
Dice el filósofo colombiano,
Estanislao Zuleta que “un pueblo maduro para el conflicto está maduro para la
paz”. El presidente Santos le correspondió reconocer la existencia del
conflicto para posteriormente anunciar al país su propuesta de paz. Actualmente
las negociaciones con las Farc en Cuba, según el Gobierno avanzan por buen
camino y que a pesar de las dificultades, sostiene que hay que tener optimismo
para que antes de que termine el 2013, se haya puesto fin a un conflicto de más
de 50 años.
Quienes hemos estudiado los
procesos de paz en Colombia en sus límites y alcances, podemos afirmar con
certeza que hacer la paz no es tarea fácil, precisamente, porque toda empresa
de importancia tiene sus enemigos y detractores y esa dialéctica no se puede
evitar.
El Presidente está convencido de
resultar victorioso de terminar la guerra tras un proceso de negociación que
podría permitir una paz estable y duradera que es una necesidad sentida por la
gran mayoría de colombianos. No es racional oponerse a este propósito nacional,
pues la paz constitucionalmente es un deber y un derecho.
Por ello no se puede concebir
racionalmente, que se le coloquen obstáculos al proceso de paz ya sea por ganas
de figurar o por resentimiento político, olvidando que es una necesidad
impostergable la consecución de la paz. Los recientes pronunciamientos de los
ex presidentes Uribe y Pastrana en lugar de edificar destruyen.
Demuestran que en nuestro país
hacer política no corresponde al ejercicio libre y autónomo de las personas, sino
a la capacidad de apabullar al otro, no por medio de la razón y de la
argumentación, sino por medio de la descalificación. Las descalificaciones de
los citados ex presidentes al Gobierno y al proceso de paz, han sido objeto de
atención de la opinión pública y de los columnistas. Por ejemplo, Daniel Samper
Pizano se ha referido a un comportamiento de gamines.
El Ministro del Interior, Fernando
Carrillo, considera que hay personas que son una amenaza para la paz y resalta
que además hay otros enemigos como “el pesimismo, la desesperanza, las
lecciones negativas que han dejado otros procesos, la desconfianza”. Refiriéndose
a Pastrana sostuvo Carrillo que “El país sabe que el proceso del Caguán fue un
hoyo negro en la historia de Colombia. Ninguno de los errores cometidos en esa
época ha sido repetido en La Habana. Lo peor del Caguán es que dio origen a la
derechización del país y al surgimiento de doctrinas criollas de negación del
conflicto armado. Todos esos errores han sido pagados con millones de víctimas,
destrucción de la riqueza colectiva y amenazas a la democracia y la
Constitución. En esa época, Colombia fue el mayor campo de concentración de
secuestrados gracias al Caguán”.
Por su parte, el ex presidente
Ernesto Samper se pronunció algo así que Pastrana hablando o criticando de paz
es como el diablo enseñándole catecismo al Papa Francisco.
Indudablemente vendrán tiempos
difíciles al proceso de paz, pensamos que es necesario el optimismo nacional y
confiar en que Santos pueda ser el líder que puede conducirnos a la
reconciliación nacional.
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