miércoles, 3 de abril de 2013

Reflexiones de Mateo Malahora



  • Los fabricantes de pobreza y miseria, practicantes de la caridad cristiana, regresaron tranquilos, sin rubor alguno, a sus nichos donde conservan el poder, se confesaron, comulgaron y fueron nuevamente perdonados.
  • Los dueños del agua y la comida en el mundo, propietarios del mercado, que nunca admitirán que el hambre que soportan los pueblos es un genocidio, recibieron las mercedes de la eucaristía y podrán dormir tranquilos.
  • Los asesinos, amparados en la legitimidad de establecimiento o al margen de las instituciones, sintieron alivio al recibir las bendiciones sacramentales y la virtual supresión silenciosa del “no matarás” en los códigos morales de la sociedad.
  • En consecuencia, si se trata de recurrir al nacionalismo, la defensa de la familia, la propiedad, la patria y la religión, siempre habrá carta blanca para las ejecuciones extrajudiciales, así como para el asalto criminal de los alucinados de fusil al hombro en los caminos.
  • Los nuevos y viejos oficiantes del poder, al servicio de los salteadores del erario público, desde las trincheras de los partidos políticos, continuarán escamoteando con alucinantes discursos populares y académicos, legitimadores de la injusticia social, la sed de hambre y justicia de los irredentos.
  • Exigir que se abra el poder para dar acceso a la riqueza social, confiriendo más a quien más necesita y exigiendo más a quien más puede, para que en vez de distribución de la pobreza y las necesidades vitales haya equidad, todavía es una herejía política que se paga con la hoguera.
  • Un graffiti, que reivindica el humor, la gloria de vivir, la estética de lo popular, el sueño lúdico de cambiar el mundo, puede significar un tiro por la espalda en defensa de la higiene social: la profilaxis de la coerción institucional.
  • Y comenzando apenas el Siglo XXI observamos la salvaje burla de los poderes financieros transnacionales que celebran la desaparición de los Estados. Con la farsa siniestra de sus declaraciones y exigencias proclaman que son los salvadores supremos.
  • No obstante, por la base, y muy a pesar de las dictaduras mediáticas, los desheredados, los hambrientos y los hombres y mujeres que no comulgan con ruedas de molino, que se resisten a recibir credenciales de ciudadanos ejemplares, y neutros frente a la miseria de sus iguales, trabajan por el advenimiento de sociedades donde la igualdad, la justicia y la paz no sean un mito, ni permanezcan crucificadas en los altares donde se rinde soberbio culto al gran capital.
  • Hasta pronto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario