jueves, 4 de abril de 2013

UN TRÁNSITO ALLENDE LA RAZÓN


Rodrigo Valencia Q – Donaldo Mendoza
Especial para Proclama del Cauca

R: —Cuando uno es joven, adolescente, las ansias de libertad objetan cualquier juicio serio; Se precipita uno en las decisiones. Pero hay adorables equivocaciones. Después, en la “madurez”, a veces uno se lamenta, los caminos transitados cantan otros tonos.

D: —En el momento de la elección se hace uso, al parecer, de todas las facultades. Esos juicios "a posteriori" no valen.

R: —Uno valora y juzga a posteriori; toda experiencia se somete a ese balance, y la memoria ayuda.

D: —Tú lo dices, es un juicio extemporáneo; cuando haces la elección te sientes cómodo.

R: —Los caprichos ayudan a elegir... y a equivocarse. O si no, se sigue la ola general, y quizás termina uno convertido en un jubilado con estatus oficial y con mente de esta tierra, y entonces se termina mirando lelo por ahí, con los ojos de la multitud. Yo prefiero extraviarme por vías diferentes, por los caminos del misterio.

D: —El destino se interpone, señala toda dirección presente a seguir.

R: —¡Oh día en que nacimos! ¿Pero, por qué lamentar esta eterna aventura? Todavía trinan los pájaros y los niños sonríen, para regocijo de todos.

D: —¿Lamentas haber nacido?

R: —No me acostumbro en esta tierra hostil, extraña, llena de truculencias, despierta a la oscuridad.

D: —Parece que estuviéramos de retorno a los misterios.

R: —Soy andariego entre misterios; no concibo la vida sino como el gran misterio, la ecuación indescifrada que nos bloquea la existencia. Una vida sin misterio es pura llaneza sin color, sin sal, sustancia ni sabor.

D: —Además, el misterio es hábitat propio de todo artista.

R: —Tengo un cuentico: El misterio me miró profundo. Su bolsa de mercancías pendía de su cuello invisible, él andaba con paso furtivo entre todas las huertas y jardines. Nadie lo veía, ni siquiera los animales que dicen tienen un olfato para lo desconocido. Pero él me miró de frente, yo lavé mis ojos para saber si era cierto. "Nada es cierto ni mentira hasta que puedas conocerte a ti mismo; la ciencia no surge de otro pozo, y menos de los lugares donde no hay agujeros negros", me dijo. "Préstame tu vista", le contesté, y entonces el cielo y la tierra abrieron sus cráteres secretos, en cada uno había mil ojos. "Son tus ojos y los míos", me dijo; "tienes que entenderlo de una vez por todas". Recogí cuidadosamente cada ojo en mi canasto, ellos me vigilaban y yo los vigilaba a ellos. Los árboles pasaron a nuestro lado, nos miraron sin asombro, me ofrecieron su jugo prohibido. "No debes salir a pregonarlo", me ordenó él; y entonces todos esos ojos entraron en mí, y yo lavé mis días pasados, presentes y futuros. La Montaña Blanca me tragó, mi funeral fue el comienzo de la vida.

D: —El artista penetra misterios que después la razón explica en lenguaje de símbolos.

R: —Ubico mis espacios en un tránsito allende la razón; así no me veo obligado a disponer de la obligación y comodidad de la lógica. Cualquier ultrasímbolo me interesa; es como situar lo problemático del misterio en sus lugares propios.

D: —Hay algo de azar en el arte; quizá por eso el juego atrajo tanto a Dostoievski.

R: —El arte, paradoja del azar atado a lo minucioso del destino que obliga. El creador es un juego de circunstancias en donde el privilegio, la reflexión, el hado que protege o rechaza, la razón y la pasión, el deseo y la libertad, se toman de las manos. Nunca habrá un arte completamente libre, nunca habrá la certeza de una inspiración sin motivos previos. Todo es un sortear circunstancias preexistentes en el menú infinito de los acontecimientos del universo.

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