lunes, 17 de octubre de 2011

El buen gobierno

Por: JUAN ESTEBAN CONSTAÍN*

La historia parece ser verdadera, o por lo menos la contaron dos historiadores romanos que eran serios, a pesar de su profesión y a pesar de ser romanos: Suetonio y Dion Casio. De origen latino el primero, de origen griego el segundo; y esas fueron las lenguas de sus libros. Pero ambos narraban lo cierto, cosas increíbles. Cosas de hombres que eran dioses.

Así era Roma y nada de allí nos puede parecer extraño. O sí: alguna mujer, algún hombre. Algún perro que en vez de escribir en latín lo hiciera en griego. Qué sé yo. Pero esta historia es verdadera y la dijeron los dos sabios: el emperador Calígula -Cayo Julio César Augusto Germánico, Calígula- hizo Cónsul del Imperio a su caballo Incitatus.

No sólo Cónsul: también Senador y Pretor. Era sin duda el romano con más cargos y funciones, y acaso el más eficiente. El único que sí había sudado su salario, su ración mensual de sal. Salía a pasear por las calles del pueblo y sus súbditos se inclinaban con reverencia; también los soldados, también ellos agachaban la mirada.

Así lo cuenta Suetonio, más o menos: "En la víspera de los juegos, el Emperador mandaba a sus soldados para que nadie fuera a perturbar al caballo Incitatus, el cual tenía una casa de mármol y ébano; se vestía con la toga purpúrea de los grandes, y llevaba un collar de finas piedras; estupendos eran los banquetes que se comían allí en esa casa, en su honor; y se sabe que había sido llamado al Consulado...".

No fue esa, claro que no, la primera vez ni la última en que gobernara un animal, y a decir verdad el caballo no lo hizo nada mal. Mejor que muchos de sus detractores, por lo menos. En su régimen hubo paz y prosperidad para todos, diálogo, avances en las ciencias y las artes, obras deslumbrantes, a tal punto que en uno de sus más bellos textos, Céline dijo una frase que acá no me canso de citar -ya van tres veces, perdón-: "Felices quienes fueron gobernados por el caballo de Calígula".

También Alejandro Magno había hecho dios a su caballo Bucéfalo, y en 1968, durante la Convención Nacional Demócrata en los Estados Unidos, los yippies lanzaron la candidatura presidencial del cerdo Pigasus, casi nominado. Mitterrand pensaba sentar a su perro en el Consejo Económico y Social de Francia, pero le pareció demasiado listo. En 1994 Silvio Berlusconi, Silvio el Grande, fue elegido por primera vez jefe del gobierno en Italia.

Casos notables, como ven. Todos muy pertinentes ahora que las elecciones se nos avecinan, como una sombra. Porque parecería que aquí no está claro que en una democracia -de eso se trata la democracia- los electores son tan importantes y responsables, y culpables, como los elegidos, y que otra vez vamos a dejar esto en manos de los demagogos. Pero el problema no son ellos, sino nosotros mismos.

Llevo no sé cuánto oyendo a la gente quejarse de lo que pasó con Bogotá en los últimos años, como si acá hubiera habido una conspiración de tres sujetos que se lo robaron todo a espaldas del pueblo. Quizá. Pero ellos, y los de antes y los de antes y así, llegaron allí con miles de votos encima, y en medio del entusiasmo irracional de quienes luego los cubrieron de insultos y reclamos.

Pero es que el mal gobierno en la democracia, entendámoslo ya, es el justo castigo que recibe todo pueblo que no sabe elegir. Y la culpa no es sólo de los que mal gobiernan, sino también de aquellos que los levantaron en hombros. Ya lo decía Talmon: la democracia como instrumento de la tiranía, o de la tontería.

Qué Talmon: lo decía Rafael Pombo en su tratado El Rey Borrico: La animalía reunida eligió un día / por soberano a un burro de alquería / Y el Rey Borrico inauguró su mando / con el rebuzno del siguiente bando...".

catuloelperro@hotmail.com

Fuente: 
http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/juanestebanconstan/el-buen-gobierno_10552944-4

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* Juan Esteban Constaín Croce, nació en Popayán en 1979. Historiador con énfasis en lenguas clásicas, en el 2003 publicó Librorum, obra filológica e historiográfica sobre los textos antiguos del Colegio Mayor del Rosario, y en el 1/1/2004, Ideas políticas. Historia y filosofía. En 2004 también publicó el libro de relatos 'Los mártires' (Seix Barral). Luego siguió en el 2007 ‘El naufragio del imperio’ y por último ‘Calcio’, su obra más reciente. Además de su rol de escritor es profesor de relaciones internacionales en la Universidad del Rosario, traduce los libros en griego y en latín de su archivo histórico. Con su novela histórica 'Calcio', en la que ensaya una versión sorprendente de los orígenes del fútbol, se hizo acreedor (julio de 2011) al premio Espartaco, a la mejor novela histórica publicada en español durante la celebración del tradicional encuentro literario de la Semana Negra de Gijón, en la población asturiana, en el norte de España. Columnista del periódico El Tiempo y colaborador habitual del periódico El Espectador. En la actualidad prepara una antología de los ensayistas latinos de la Antigüedad Tardía y una diatriba contra la independencia.

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