jueves, 4 de abril de 2013

San Andrés de Pisimbalá… ¿Qué hacer?


Por Freddy Antonio Parra Peña, MSc

Comparto mi sueño: imagino a San Andrés de Pisimbalá en el oriente del Cauca como un escenario de conciliación en lo pedagógico, un espacio de complementación de dos grandes visiones en lo técnico y una interesante oportunidad de experimentación en lo político. Ese es el escenario que quiero imaginar. Sin remembranzas de épocas no tan fáciles, evocando así el dulce olor a trapiche panelero al amanecer de la molienda.

Los vestigios arqueológicos, únicos en el mundo, el paisaje hermoso, el aire tibio, todo enmarcado en un sueño colectivo donde quepamos bajo un solo tono de armonía los indígenas, los mestizos y también los extranjeros que en su mayoría respetan, aman y aportan a la economía local.

El enfoque pedagógico académico ha sido cuestionado por su ‘disciplinariedad’, por su visión descontextualizada causal de mínima motivación.

La visión circular de la cultura “Nasa” permite materializar el planteamiento formulado por grandes pensadores como D.T. Suzuki & Erik From hace ya muchos años cuando retaban al mundo académico a buscar la complementariedad de las dos visiones: la lineal y la circular. Es ahora la oportunidad de plantearle a quienes gobiernan la necesidad sentida de buscar puntos de encuentro en la divergencia.

En este escenario tan representativo donde confluyen dos vertientes del pensamiento pedagógico, considero que es oportuno y necesario motivar la discusión civilizada tendiente a construir y materializar el sueño intercultural en la sana convivencia, le planteaba hace un par de años a un dirigente indigenista. Ahora, con ocasión de los desafortunados acontecimientos por todos conocidos, me permito replantear la necesidad de propiciar un escenario de conciliación ubicado en principios básicos de la convivencia y la prospección.

Desde lo técnico agroambiental, quienes hemos compartido acciones tendientes a la activación de la economía local aceptamos que el enfoque disciplinario aplicado a la producción agropecuaria ha sido incompleto. La prueba es la constante degradación del recurso ambiental y la baja adopción tecnológica por parte de los agricultores.

Es muy posible que se deba implementar la visión sistémica aplicada al componente productivo ya graficada por algunos investigadores de las ciencias sociales bajo el respeto hacia el sentir ancestral de la cultura “Nasa”.

La materialización de estas acciones generará un escenario de discusión técnica en el diseño y validación de propuestas debidamente concertadas con los representantes de las diferentes etnias: campesinos – indígenas, lo cual llevará a compartir un sueño donde todos quepamos, en lugar de apelar al burdo y odioso comportamiento violento como único instrumento en la combinación de formas de lucha fratricida.

¿Será que en lo político, si toda una comarca se une en escenarios debidamente concertados, logra mayor impacto que en la brutal disgregación que solo presagia escenarios de más violencia, tristeza y anarquía?

Invito comedidamente a los representantes del sector gubernamental a motivar la participación activa de la comunidad interétnica y permitir la formulación de un plan de acción con visión integral como un aporte que la historia lo reconocerá indudablemente por encima de intereses en una lucha inmisericorde de “clases sociales” que no es otra que la continuación de una confrontación antinatural, virulenta y fratricida.

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